jueves, 2 de febrero de 2012

Desvelo

La noche gruñía con voz de aire de tormenta y crujidos de árboles. Las afiladas hojas de los pinos golpeaban furiosas la ventana, envidiosas de hallarme resguardada. Pero allí, con el café ya frío entre las manos, la única luz que alcanzaba a ver era la fugaz y naciente luna entre nubes que la atravesaban a toda velocidad y, a lo lejos, brillantes farolas que parpadeaban amenazando con apagarse.
Despertando del letargo de mi hipnótico miedo, me bebí de un trago aquel líquido frío y volví la mirada a las hojas que mis manos manchadas de tinta aplanaban antes de continuar escribiendo. Y así, la inquietante noche que me envolvía se transformó en una pesadilla para mis personajes de ficción, y no pude evitar preguntarme si mi historia también estaría siendo escrita en ese momento y qué dirían para justificar mi desvelo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario