lunes, 20 de agosto de 2012

Relato de un fantasma

Hoy quería rescatar este texto que escribí hace tiempo en otro blog. 
Siempre le tuve un cariño especial y quería recordarlo:

Ella permanecía quieta en el aire. Sabía que el viento agitaba todo a su alrededor, pero en realidad todo estaba muy quieto. En aquel lugar todo estaba quieto, incluso cuando se movían en aquella bruma sin color.
A veces recorría las calles de lo que antes fue para Ella una agitada ciudad, aunque quizás ahora fuera diferente, no tenía forma de saberlo. Notaba cómo más de Ellos pasaban a su lado, sin prestarle atención. Tampoco es que le importara. Ellos iban vagando al igual que Ella.
Volaba sobre las aceras sorteando a los Otros que caminaban por las calles. La única forma de distinguir a las formas de Ellos de la de los Otros es por su actitud. No podía escuchar qué decían los Otros, en aquel lugar estaba todo callado. Tampoco podía distinguir sus rostros. En aquel lugar nadie tenía rostro. Los Otros caminaban siempre con prisas de un lado para otro, cruzando las calles corriendo entre el tráfico. Y si se detenían o si comenzaban a andar de nuevo, era siempre por un propósito. Ellos no tenían nada que hacer, nunca hacían nada. Solo vagaban. Sorteaban y vagaban.

-Me gustaría poder sentir el viento- dijo uno de Ellos en algún momento, quizás hablando consigo mismo. Ella se detuvo un instante, dejándose mecer por la espesa bruma.
Silencio...
-Quierría volver a oler algo, quizás un jazmín el flor, o quizás la comida antes de llevármela a la boca. Querría comer algo de nuevo- comentó otro de Ellos casi para sí mismo.
Silencio...
-Me gustaría mirar a alguien a los ojos. Unos ojos verdes, vivos. Recuerdo unos ojos verdes, pero no se a quién pertenecían. Ya no recuerdo nombres...- señaló otro.
Silencio...
-Colores... echo de menos los colores- susurró otro.
Silencio...
-Lo que más echo yo de menos- dijo Ella hablándole a nadie en concreto- es el sonido de los latidos de un corazón.
Se balanceó sobre sí misma un rato. Puede que fuera mucho, puede que fuera poco. Quizás pensando en algo, quizás sin pensar en nada. Quizás alguien más estuviera hablando, Ella no se enteró de nada.
Silencio...
Volaba de nuevo sobre las aceras sorteando a los Otros que se caminaban por las calles.
Notaba cómo más de Ellos pasaban a su lado, sin prestarle atención. Tampoco es que le importara. Ellos iban vagando al igual que Ella.
Solo vagaban... sorteaban y vagaban.

La mujer salvaje

Es ella. La que nunca fue domada. La que camina y te mira, atravesándote con sus ojos oscuros llenos de fuerza. Sus pies no dudan. Si tiene miedo, no le asusta mostrarlo. Si siente ira, la libera. Cuando llega, si ella quiere, todos callan. Si hay música, ella le da ritmo y si ella quiere, la música para.


Inspirado en Sara Baras (La Pepa)