martes, 29 de noviembre de 2011

Hambre de ti

Y cuando se terminó el yogur, comenzó a comerse la noche con la cucharilla, esperando que quizás, y sólo quizás, conseguiría por fin acortar la distancia que la separaba de ti.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Podían el invierno y la primavera amarse?

Ella: jovial, apasionada, próspera.
Él: frío, firme, impasible.

Ella, con sus largos cabellos despeinados enredándose en sus brazos firmes, se insinuaba, atándolo, intentando derretirlo. Buscaba desconcertarle, buscaba seducirle. Sus raíces de madera y savia serpenteando bajo sus pies, tratando de desequilibrarle, de hacerle despertar.
Él continuaba con los ojos cerrados.
Ella creció para acercarse a la comisura de sus labios, al lóbulo de sus orejas para allí susurrarle. Sus dedos llenos de brotes y hojas acariciando su pálida piel. Ondulante, buscaba transmitirle su calor.
Él abrió los ojos, y Ella se asustó. El helado azul de sus pupilas la golpeó como una gélida tormenta de nieve. Sus hojas temblaron y cayeron. Sus brotes murieron. Todo calor escapó de Ella. Sus ramas se contrajeron y sus raíces se hundieron. Todo eso en el único segundo en el que el invierno la taladró con su mirada. Ella quedó allí, paralizada, con los ojos abiertos en una última muestra de terror y sorpresa.
Él volvió a cerrar los ojos y todo quedó en silencio. La fría figura de hielo abrazada por la vida muerta, antes viva.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Ven, quiero estar sola.

Y mi vida sigue hechizada por los errores cometidos y las acciones que despiertan orgullo.
Sigue girando en torno a las vidas a las que amo y a las que odio, y también a las que amo y odio por igual.
Y me enfado mientras lloro por sentirme abrazada y sola al mismo tiempo.
Me aíslo y me escondo mientras pido que me acompañes en mi soledad, pues quiero estar sola y contigo al mismo tiempo.

Déjame,
...ven conmigo.

martes, 8 de noviembre de 2011

Blancos y negros

La melodía escapaba de la radio, flotando por la casa y subiendo las escaleras hasta su habitación. Allí, Ella miraba por la ventana con una sonrisa pícara. Sus ojos también sonreían.
En la negrura de la noche, la luna pintaba las nubes que pasaban frente a ella de gris oscuro. El resto se perdían en las sombras. Pero en el interior de aquella casa, las sombras quedaban limitadas a oscurecer los colores y a huir de la luz.
Segura de sí misma, apretó el grueso jersey de lana contra su cuerpo y bajó las escaleras hasta abrir la puerta, dejando que el frío nocturno la hechizara. Caminó descalza sobre las hojas caídas hasta que, entre árboles dormidos, quedó lejos de la seguridad. Y aun así se sintió tranquila. Su sonrisa se retiró para descansar y sus ojos escrutaron el horizonte difuso.
Se sentía tranquila, capaz de aceptar que las luces y las sombras seguirían cambiando a su alrededor. Pero Ella se mantendría en pie entre todas las tormentas y sus sosiegos.