lunes, 30 de abril de 2012

Raíles / III.

Estaba de pie en un pasillo vacío del tren, un pequeño y estrecho espacio que comunicaba dos de los vagones principales. Sus ojos recorrían rápidos el paisaje, revoloteando por todos los rincones que se extendían más allá de las ventanas. De repente, una colina cortada apareció, ocultándole la vista. Ella atravesó sus arcillosas entrañas con una mirada de reproche. Por fin, el paisaje renació: largos prados de color ocre y esmeralda, algunos de los cuales tenían la suerte de crecer salvajes y con hermoso desorden; y, en la lejanía, la silueta de una cordillera de montañas contrastaba con la plata del cielo propia de esas horas en las que el Sol ya se había ocultado pero su luz aún pertenece. Unas espesas nubes se suspendían sobre la silueta azulada de las montañas en el contraluz de aquella bella imagen que ella deseó inmortalizar.

viernes, 27 de abril de 2012

Hoy la Tierra es plana

Acabo de darme cuenta de que ya no me duele ni me afecta tu ausencia. Casi agradezco su silencio: No hay nada que turbe la quietud de este mar, pues todo ha caído ya más allá del horizonte. Ya no queda nada que pueda arrastrar la corriente, no hay llanto que llore en la noche, no hay lágrimas ondulen la lisa superficie verde marina. Sólo yo, en el medio de todo, en el centro de nada.

sábado, 21 de abril de 2012

II.

Una mujer bailaba desnuda en un cuadro de la pared, sonriendo a quien pasara.
De repente, las luces se apagaron y las cortinas descubrieron las ventanas.
El suelo se cubrió de hojas caídas y la bañera se llenó de flores secas.
El cuadro se quedó vacío, sólo el viento jugaba en la casa.

Céfiro

Despertó con el olor de las hojas muertas y del barro. Tenía tierra entre las uñas, semillas enredadas en su pelo y frío en los huesos. Las rocas se perdían a su espalda según avanzaba entre los árboles. Apartaba con las manos las ramas que colgaban del cielo, con cariño, abriéndose camino hasta la cima. Escaló las rocas cubiertas de musgo y allí permaneció, observando aquel océano escarlata, ocre, alazán y jade que bailaba ante sus ojos.
Y por última vez inspiró, llenando los pulmones de la brisa caduca de la alborada antes de disolverse en el viento. Y voló, como motas de polvo. Voló junto a las semillas que antes anidaban en su pelo, haciendo círculos en el cielo hasta hundirse en el mar escarlata, ocre, alazán y jade y germinar con ellas en la tierra.