martes, 27 de diciembre de 2011

Luciérnagas en el jardín

La noche volvía a caer. Una noche fresca de verano, sin nubes cubriendo el cielo. Salió por la puerta trasera de la casa y bajó las escaleras que descendían al jardín. Sus pies descalzos pisaron la hierba y pudo sentir cómo los insectos revoloteaban a su alrededor. Sobre él, las estrellas brillaban, como hermosas bombillas parpadeantes que trataban de encender la noche. Caminó muy lentamente, sintiendo la tierra húmeda bajo sus dedos.
Las luciérnagas volaban en círculos, como si trataran de hacerse ver a lo lejos. Quizás querían imitar a las estrellas, quizás pretendían ser estrellas. Quizás tan solo pretendían que les hicieran un hueco para ellas, o quizás anhelaban ser vistas desde los cielos, al igual que ellas, cada noche, observaban las estrellas desde el suelo.
Las estrellas de verdad llenan los cielos
Y las luciérnagas las imitan en su vuelo
Y aunque no igualen a las estrellas en tamaño
Y estrellas no sean, a pesar del engaño
Recuerdan a veces su luz y su hermosura
Aunque jamás podrán alcanzar su altura
(Fireflies in the Garden)

La noche volvía a caer. Otra noche fresca de verano, sin nubes cubriendo el cielo. Él volvió a salir por la puerta trasera de la casa y bajó de nuevo las escaleras que descendían al jardín. Sus pies descalzos sintieron la hierba y pisaron los insectos que no pudieron echar a revolotear a su alrededor. Sobre él, las estrellas volvían a brillar, como hermosas bombillas parpadeantes que fracasaban en encender la noche. Caminó muy lentamente, sintiendo la tierra húmeda mojando sus dedos.
Las luciérnagas volaron en círculos, intentando de nuevo de hacerse ver desde el suelo.

Se sentó el último escalón y se quedó mirando el vuelo de aquellos insectos. La noche anterior las había golpeado, lleno de rabia. La anterior las había admirado. Aquella noche sentía lástima por ellas, aquella noche se veía reflejado en ellas.
Observaba su brillo y su débil baile que dejaría de ser visto en cuanto volviera a entrar en la casa. Él era el único espectador de aquel sueño, de aquella lucha por sus sueños.
Como ellas, había intentado alcanzar sus sueños, pero en aquel momento le parecía que nunca conseguiría lograrlos, al igual que las luciérnagas nunca llegarían al cielo. Y cuando, desesperanzado, iba a levantarse y marcharse, volvió la vista a los insectos y comprendió el esfuerzo que estaban haciendo. Esa noche volvió a admirarlas y se prometió a sí mismo que cada noche, que cada día, en cada segundo, lucharía por sus sueños. Y aunque no alcanzase las estrellas, haría brillar su propio camino tal y como las luciérnagas.

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