martes, 4 de diciembre de 2012

Defensas

Es la rabia que prende en mi pecho, como un incendio descontrolado o un caballo desbocado. Es la máscara inexpresiva anclándose en mi rostro, justo un segundo después de percibir peligro. Es el escudo de acero alzándose contra el enemigo al notar el mínimo impacto. Es la mano que aparta la lanza y la otra que golpea tu cara. 
¡Atrás! gritan mis ojos, que arden en un pequeño instante, como la chispa del mechero que no lo prende, pero que está lista para encenderlo. Atrás, no te atrevas a seguir. No te acerques más, te lo advierto. No sigas por ese camino o no me volverás a ver en él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario