sábado, 24 de marzo de 2012

Armonía

Y aquel año me casé con el invierno. Siempre me había gustado arroparme bajo gruesas mantas de colores, me sentía protegida, me sentía tranquila.
Me encantaba pasar las noches con él, leyendo frente a la chimenea mientras me abrazaba y me contemplaba. En ocasiones me traía una taza de chocolate caliente, cuando veía mis labios demasiado azules. Y con chocolate en los suyos me besaba hasta que volvía el carmín a los míos.
Yo pintaba la casa con naranjas y verdes sobre aquel fondo blanco de nieve. Llenaba su silencio con mis discos de vinilo y volaban los acordes desde el dormitorio hasta la cocina. La luz del sol atravesaba los cristales de las ventanas, tiñendo la casa con la fresca esencia de los primeros meses de año.
Cuando añoraba el calor del sol sólo tenía que abrir aquella puerta de madera blanca y bajar los escalones de arcilla. Y allí estaba mi primavera, esperándome al igual que me esperaba el invierno en casa, aunque nunca lo reconociera.

1 comentario:

  1. Me gustan los acordes volando por la casa. Me gusta la importancia de la música y los colores, y la profundidad oculta tras ellos.
    No sé porqué me ha venido a la cabeza la frase de Aldous Huxley "después del silencio, lo más cercano a expresar lo inexpresable es la música".

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